Para muchas mujeres, la ansiedad forma parte silenciosa de su día a día. A veces es una inquietud constante, a veces una sensación abrumadora que llega sin aviso. Lo que pocas veces se habla es del impacto que ciertos alimentos, especialmente los carbohidratos refinados, pueden tener en nuestro sistema nervioso. Y aquí es donde la dieta cetogénica aparece como una aliada inesperada.
El azúcar y sus altibajos emocionales.
Cuando consumimos carbohidratos refinados, pan blanco, galletas, dulces, refrescos o cereales procesados, el cuerpo responde con un aumento rápido de glucosa en sangre. Esto da una sensación momentánea de energía o incluso euforia. Pero poco después, esa glucosa cae de forma abrupta, lo que puede generar irritabilidad, cansancio y, en muchas mujeres, ansiedad.
Estos picos y caídas constantes no solo afectan el estado de ánimo, sino que también alteran la producción de neurotransmisores clave como la serotonina, conocida como la "hormona de la felicidad". Cuando esta química se desbalancea, es más probable experimentar ansiedad, insomnio o cambios de humor abruptos.
¿Qué pasa cuando reduces los carbohidratos?
Al seguir una alimentación cetogénica bien planteada, el cuerpo entra en un estado metabólico llamado cetosis, donde comienza a utilizar grasa como fuente principal de energía. Este cambio tiene implicaciones positivas en el sistema nervioso:
Estabilidad energética: Al no depender de los constantes picos de glucosa, los niveles de energía se mantienen más estables durante el día, reduciendo los altibajos emocionales.
Mejora en la producción de GABA: El GABA es un neurotransmisor que actúa como un tranquilizante natural en el cerebro. Diversos estudios sugieren que la cetosis puede estimular su producción, ayudando a calmar la mente y reducir la ansiedad.
Menos inflamación cerebral: La dieta cetogénica también puede disminuir los marcadores de inflamación en el cerebro, lo cual se ha vinculado con una mejor salud mental y menos riesgo de trastornos como la ansiedad y la depresión.
¿Por qué esto es especialmente relevante para las mujeres?
El sistema hormonal femenino es especialmente sensible a los cambios en el estilo de vida y la alimentación. Durante el ciclo menstrual, por ejemplo, es normal experimentar días de mayor sensibilidad emocional o estrés. Si a esto le sumamos un alto consumo de azúcar o carbohidratos simples, el impacto se multiplica.
La dieta cetogénica, al estabilizar los niveles de azúcar en sangre y apoyar la función de neurotransmisores, puede ofrecer un efecto regulador emocional que muchas mujeres notan desde las primeras semanas.
No es magia, es fisiología.
Esto no significa que la dieta cetogénica sea una cura milagrosa para la ansiedad. Sin embargo, puede ser una herramienta poderosa dentro de un enfoque integral que incluya movimiento, descanso, terapia (cuando se necesite) y una relación más consciente con la alimentación.
Si has notado que la ansiedad forma parte de tu vida diaria, tal vez vale la pena observar qué estás comiendo. Reducir carbohidratos refinados, vegetales bajos en carbohidratos y proteínas de calidad podría hacer una diferencia real en cómo te sientes, piensas… y vives.